sábado, 14 de junio de 2008

La Pétite Sibérie 2001

Vino: La Pétite Sibérie 2001 Tinto
Origen: A.O.C. Côtes du Roussillon Villages (Rosellón, Francia)
Productor: Domaine du Clos Des Fées
Variedades: 100% garnacha
Alcohol: 14% vol
Precio: Entre 180 y 200 euros
Enlace de la bodega: www.closdesfees.com
Más información: Uvas provenientes de un solo viñedo de 1 hectárea de garnachas viejas en la vertiente sur de las montañas de Vinagrau. Vendimia manual y transporte en camión frigorífico hasta la bodega. Crianza en barricas nuevas de roble francés Saury por un periodo de 12 a 18 meses. Embotellado sin filtración y por gravedad. Producción limitada a unas 2.000 botellas aproximadamente.

Había oído hablar de este vino en muchas ocasiones, de si era el único "grand-cru" del Rosellón, de su precio... y hasta lo había podido probar, aunque no en las mejores condiciones hace unos meses en La Música del Vi organizada por Vila Viniteca en Barcelona. Pero lo que se dice disfrutarlo, pues no lo había hecho. Ahora sí, y de qué manera...

La experiencia de beber este extraño y carísimo vino bien vale la pena, y mucho más si no tienes que pagarlo. Así que aprovechando la ritual visita a la bodega de un amigo con mucho dinero, pero mucho-mucho, y algo menos gusto para los vinos escogí este vino para la cena. Un vino que no dejó indiferente a casi nadie y que creó polémica entre aquellos que lo probaron y los que no; y sobretodo entre los que lo han probado y los que no (y no es redundancia). Lo primero, el precio: 200 euros!!! En esto es lo único en lo que hay unanimidad, del todo injustificable, a pesar de su minúscula producción y de tratarse de un terroir destacable. Las condiciones climáticas del pequeño viñedo del Pétite Sibérie son extremas. La parcela está atravesada durante más de 200 días al año por un viento glacial venido del noroeste.

El resultado es un vino mineral y compacto como un monolito pero con la delicadeza y frutosidad que proporciona la buena garnacha vieja. Un tinto telúrico, personal, de profundas raíces dentro de un suelo calcáreo de piedra caliza con capas de pizarra y esquistos que con su característico color rojo presta su riqueza en hierro a La Pétite Sibérie. No en vano, a pocos metros del viñedo hay una mina de hierro abandonada explotada hasta los años 40.

Para poder abrirse y mostrar todo lo que lleva dentro, necesita una prolongada decantación y una exhaustiva vigilancia, en nuestro caso fueron más de 6 horas en botella y 3 más en decantador antes de ser servido. Y es que estamos ante un "salvaje irreductible" al que los años no arrugan y que se muestra en su primera juventud. Lo mejor sería guardarlo de 5 a 10 años antes de abrirlo. Eso si las botellas fueran mías, claro está. Sensacional en todos los sentidos.

Más sobre la Pequeña Siberia
El pequeño municipio de Vingrau es el punto de partida ideal para explorar a pie una zona conocida por sus escarpadas pendientes y por unas paredes rocosas e imposibles que atraen escaladores de todo el mundo. En ellas se encuentran uno de los mejores viñedos del Rosellón merced a unas inversiones térmicas asombrosas entre las partes más altas y las laderas de la Meseta de Vingrau.

La "Pequeña Siberia" es el nombre que se da a ciertos lugares conocidos por sus inviernos rigurosos, en referencia a la provincia rusa de Siberia. Esta característica es propia del Macizo del Jura y se da de forma excepcional en la Meseta de Vingrau, en la región del Rosellón. Las razones de este microclima excepcional tienen diversas explicaciones pero se podría resumir en la combinación de un clima duro y extremadamente cálido incapaz de remontar las accidentadas montañas hasta la meseta superior, donde se estanca el aire frío en la superficie de los valles. La llegada de la noche, la bajada de temperaturas y unas corrientes gélidas hacen el resto.

Nota de cata
Zaino, opaco, sin apenas evolución a pesar de los años. Ribete frambuesa marronáceo, lágrima tintada.

Nariz intensa y de marcado carácter, inicialmente con notas balsámicas y de monte mediterráneo (garrigas, resina, orégano, té de roca, retama de olor), empireumáticas (tostados, caramelo). Notable expresión varietal (cerezas), profunda y aromática aunque sin excesos, notas de tinta china y un fondo mineral inmenso (gas). Hermoso.

En boca es de medio cuerpo, acariciante en la entrada, concentrado y muy seco, con una estructura férrea e impecable, excelente recorrido y un gran peso de la fruta (picotas, nectarinas, granada). Taninos fundidos, suaves y maduros, con la calidez propia de un tinto meridional pero matizada por un poco habitual balance fruta-acidez-alcohol que aporta frescura al conjunto. En ningún momento se viene abajo, sin concesiones. Complejo por su belleza telúrica y rusticidad. Final levemente especiado con toques de hueso en retronasal. A pesar de los años se mantiene duro y en una fase delicada. Necesita mucha botella.

Nota personal: 17.5/20
Relación calidad precio: Muy deficiente
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo contigo H. Un vino que deja mucho que desear a nuestro paladar hedonista por el precio al que ya de por sí sale al mercado.

Joaquín