viernes, 4 de julio de 2008

Pansal del Calàs 2004

Vino: Pansal del Calàs 2004
Origen: D.O. Montsant (Catalunya, España)
Productor: Celler de Capçanes
Variedades: 60% garnatxa, 40% samsó
Alcohol: 16.5% vol
Precio: Entre 18 y 22 euros (botella 50 cl.)
Enlace de la bodega: www.cellercapcanes.com
Más información: 14 meses de crianza en barrica de roble francés.

La tradición de elaborar vinos dulces, licorosos, generosos o rancios es la piedra angular de la viticultura mediterránea. En estos vinos se pueden encontrar los grandes nombres de la antigüedad y los más puros sabores que uno pueda llegar a imaginar. No hay un solo rincón bañado por el Mediterráneo donde no se elaboren excelentes dulces y generosos. Comenzando por Portugal (con sus Porto o moscateles de Setúbal) o Andalucía (con la más increíble gama de generosos del mundo), pasando por el Adriático (con sus prošek de maraština) hasta las costas de Grecia o Chipre (con los moscatos de Samos o Cefalonia, y los Comandaria de xynisteri) podemos probar una ingente variedad de vinos excepcionales.

Afortunadamente la viticultura catalana no se escapa del estándar mediterráneo. En cualquier lugar donde se extiendan los viñedos podemos encontrar este tipo de vinos, con una personalidad propia y diferenciada de la de sus vecinos. En el Ampurdán destacan las "garnatxes dolces" (de uva rosada o tinta) y los clásicos "moscatells"; en Alella quedan algunos ejemplos de dulces de "pansa blanca" y "mataró" (xarel·lo y monastrell); en el Penedès todavía se elaboran algunos "caves de postre" con los que finalizar la comida e iniciar la sobremesa con los frutos secos tan habituales en el sur de Catalunya; en el Priorat se producen mistelas de "garnatxa negra" más profundas y minerales que las de Girona; en la costa de Tarragona se mantiene viva la tradición de los históricos vinos de misa y rancios de antiguas soleras; y en la Terra Alta hay excelentes ejemplos de licorosos y mistelas blancas y tintas de "garnachas".

He de reconocer mi predilección por los dulces de carácter mediterráneo, algo que en muchas ocasiones causa extrañeza entre conocidos o aficionados al vino. Es complicado limpiar los estigmas y tópicos que existen sobre ellos, de que se trata de vinos para viejos, más propios de la época de comer castañas o de las sobremesas de domingo... Curioso tema, por que esta situación es completamente diferente cuando hablamos de los afamados Tokaji húngaros, los Sauternes franceses o los icewine alemanes. Parece ser signo de distinción el tener una botella de estos vinos en casa o saber pedirlo cuando vas al restaurante. Creo que esto debe al desconocimiento que tenemos de nuestro legado vinícola y a un cierto esnobismo que nos lleva a pensar que todo lo que viene de fuera es mejor que lo propio. Error!!!

En la comarca del Priorat siempre se han elaborado mistelas para el consumo familiar. Esta tradición lejos de caer en el olvido está viviendo una segunda juventud gracias al empuje económico en el que está sumada la región. Los primeros en recuperar estos vinos fueron las grandes cooperativas, a las que se sumaron las pequeñas bodegas que han ido apareciendo en los últimos años. Las habituales mistelas de "garnacha" y "cariñena" han dado paso a interesantes proyectos en los que prima la calidad: la perfecta maduración del fruto en las vides, selección de la uva, introducción de nuevas variedades, vinificación por separado, utilización de barricas nuevas de roble, etc.

El Pansal del Calàs es comercializado por la bodega como "vino de licor moderno", y es que en poco se parece a los dulces tradicionales. Se presenta con un aspecto muy prioratino, de profundo picota y cargado de taninos, muy elegantes. En general podríamos decir que su concepto está más cercano a un Oporto que a las afrutadas y cálidas mistelas de toda la vida. Se trata de un vino con una imponente capacidad de envejecimiento pero que desde su embotellamiento puede ser bebido sin problemas. Hace unas semanas tuve la suerte de probar la añada del 97 (creo que la primera) y estaba en un momento óptimo de consumo, sin un solo signo de reducción, ya muy maduro, recordando a un Oporto Vintage.

Nota de cata:
Cereza granatoso brillante de capa media-alta, tinta la copa.

En nariz se muestra suave y con un marcado acento frutal, con toques de cereza en licor, retama, monte mediterráneo. La crianza está presente con unos tostados suaves muy finamente ahumados que no interfieren en la bella expresión de fruta roja de la garnatxa y esa samsó (carinyena).

En boca es grueso, seco, levemente abocado, de taninos suaves y frutales, domado, pero con una curiosa expresión más cercana a un tinto. Con un poco de tiempo p¡erde las notas dulzonas, sabroso, muy expresivo. Ni se nota el alcohol aunque el conjunto es claramente cálido y meridional, final con sensaciones metálicas y minerales. Interesante.

Nota personal: 16/20
Relación calidad precio: Caro
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