lunes, 9 de junio de 2008

Portell Rosat Trepat 2007 y algunas ideas en rosa

Vino: Portell Rosat Trepat 2007
Origen: D.O. Conca de Barberà (Tarragona, España)
Productor: Vinícola del Sarral i Secció de Crèdit
Variedades: 100% trepat
Alcohol: 11% vol
Precio: Entre 2 y 4 euros
Enlace de la bodega: www.cava-portell.com
Más información: Disponible en bodega y en la tienda Expolicor (Carretera N-340, km. 1187, El Vendrell) a un precio de 2.6 euros.

La llegada de los primeros calores del verano son la excusa perfecta para hacerse con unos cuantos rosados del año, probar las novedades aparecidas en el mercado y de paso refrescar aperitivos y comidas. Algo tan vano como esto se convierte en un auténtico rompecabezas. Pocas cosas se presentan más difíciles para un aficionado del vino que comprar un buen rosado. Y no es que no los haya, para nada!! Prácticamente todas las denominaciones de origen de nuestro país producen los suyos y la oferta de nuevas bodegas y marcas se van acumulando como un tsunami en las estanterías de las bodegas y comercios. Sin embargo, la elección sigue siendo difícil y descorazonadora.

Tras unas semanas de búsquedas visitando todo tipo de tiendas me reafirmo en lo último: no sé qué hacer y menos aún qué comprar. La enorme mayoría de los rosados en el mercado son del todo estereotipados y faltos de interés. Y mejor no entrar a valorar las nuevas propuestas de las bodegas. Son caldos subidos de color, musculados y cálidos, con graduaciones alcohólicas más propias de un tintorro prioratino y en un amplio porcentaje de los casos elaborados con "merlot" o "cabernet sauvignon" (o ambos). Al menos, esto es lo que está sucediendo de forma generalizada en Cataluña, que es donde actualmente vivo.

Así pues, deberíamos pensar en qué expectativas depositamos en un rosado. Se suele afirmar que son vinos de temporada, que raramente superan los calores veraniegos, ligeros, y con escaso interés por su falta de complejidad. Argumentos que tienen un fondo de realidad pero simplones por obviar las enormes virtudes que tienen estos vinos: frescura, expresión varietal, capacidad de reflejar el terruño, diversidad de elaboraciones (fermentados en barrica, espumosos) además de una calidad precio fuera de lo habitual. Y que se beben con enorme satisfacción.

Personalmente mi gusto por los rosados está cercano a las clásicas garnachas de Navarra y La Rioja (Chivite, Inurrieta, Señorío de Sarría, Marqués de Cáceres, Viña Tobías), frescas y ligeras, y también, a la puesta al día de ciertas variedades autóctonas, en su mayoría minoritarias, que siembran todo el territorio peninsular y que han demostrado con suficiencia su calidad. Hablo de vinos como los leoneses Viña Salamanca (rufete-tempranillo), Viña Oro (mencía), Quinta Clarisa (tempranillo), o Valjunco (prieto picudo); los fresquísimos manchegos a base de cencibel, los Señorío de Guadianeja y Torre de Gazate; los catalanes Mas Donís o Brunus (garnatxa negra); o los valencianos Viña Carmina y Vega Infante (bobal).

El vino que ocupa este post (aunque en menor medida) es uno de los más satisfactorios que he probado en muchos meses. Se trata de un monovarietal de trepat, variedad autóctona de de la Conca de Barberà, que destaca por su enorme frescura y equilibrio. Su baja graduación alcohólica junto con una enorme expresión de fruta roja y una acidez marcada pero del todo conjuntada nos brinda un vino fuera de lo común que destaca por encima de la mayoría de rosados nacionales. Se muestra excepcional con cualquier comida especiada y acompaña barbacoas y aperitivos salados de forma extraordinaria.

Nota de cata:
De color frambuesa claro, reflejos azulados muy vivos, brillante.

En nariz se presenta con muy buena intensidad y un marcado carácter varietal que proporciona sensaciones llenas de frescura, ligereza y una cantidad ingente de fruta roja muy fragante. Aparecen notas de ciruelas maduras, fresones, regaliz rojo, y algo de pulpa y de hueso (melocotones, higo, plátano). Todo esto con un levísimo aporte láctico y de bollería de fondo junto a cierta sensación especiada y balsámica (zarzal, grosellas). Con personalidad propia.

En boca es fresco y afrutado, suave, con una marcada acidez (aunque sin excesos) arropando todo el conjunto y dotándole de nervio. Final intenso con especias y una fina nota mentolada. Se bebe con enorme facilidad gracias a ese carácter tan particular que aporta la trepat y que procura una frescura nada habitual en los tórridos y musculosos rosados del país. Un rosado de libro, con una elaboración brillante y extraordinariamente bien resuelta. Está en un excelente momento de consumo.

Nota personal: 15/20
Relación calidad precio: Excelente
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